Las cosas no son lo que parecen, damos sentado que todo es un juego de azar que todo es algo aleatorio que las cosas son una mala mano del universo yo creo que dios no juega a los dados.
Por eso todo camino se separa pero luego se vuelve a juntar, cada persona que recorre su camino es único, en ese paso se aprenden grandes cosas: valorar, respetar, lealtad, honradez, humildad y todo lo bueno que pertenece a nuestra esencia para crecer. No hay que caer en el error de aplastar a la gente, además de hacer la osadía de restregar, lucirse es una estúpida manera que conseguir la gloria o respeto, cuando ya hicimos esa transición y los caminos se vuelven a cruzar, ambas partes han crecido para completarse y lograr algo para idolatrar. El proceso es largo y doloroso.
Las partes tienen la creencia de que la otra ha olvidado todo y que no fue nada en comparación con lo que hace en este mismo instante pero por la mente del otro pasan muchas de esas cosas anhelando volver a sentirlas no solo como un recuerdo. Cuando ve algo que se asemeja a ese escenario de ensueños queda petrificado con su mente creando millones de variantes de él, pero con finales hermosos.
Pero cuando se vuelve a centrar, siente que el cuerpo le cala una agonía perturbadora con un aire sofocante y al final, los ojos vidriosos. Solo esperando la oportunidad de reencontrarse puede conocer muchas gentes, en ocasiones salir a tomar un café con una de ellas pero no es lo mismo, porque esa persona con la que está en este instante no ha sido la causa de perder el sueño, de contar los días para volver a estar con ella, que su solo recuerdo es un calmante para todo lo tétrico que le esté pasando.
Él cae en el error de tragarse todo lo malo pero lo bueno que guarda, todo lo magnifico de ella en sus recuerdos dándoles un valor incomparable que no lo comparte porque es su gran tesoro esperando por su reencuentro. Esperando que a su llegada lo reciba con los brazos abiertos y después, con un abrazo tan tierno que encierre todo lo que él ha esperado y susurrando al oído “te extrañé”.
Colaboración de Cornejo Ookami
México