¿Quién? ¡Dime quién!
¿Quién eres? O ¿quién eras?
Que aun sigues vagando en el mundo.
Duermes en el día y te arrastras por la noche.
Te bañas en la tristeza de los otros,
y sonríes… ¡sonríes!
Que en el infinito, aunque mueres, aun existes,
¡dime quién! Dime, ¿quién eres?
Ladrón de sueños, paladín de la espesa niebla,
mensajero de los días, que se van.
Sepulcro de miserias, miserable.
Que mirándote al espejo, te confundes,
hogar de tinieblas, labios de acero,
aroma tenue a azufre, sabor a azúcar,
silueta voluminosa, débil y rostro de todos,
¡Dime quién! ¿Quién eres?
Matándolos a todos, muriendo con ellos,
Naciendo en el sol, viviendo en la noche,
con vestiduras “santas” y alas de recuerdos,
y una voz gritando “hijo… hijo mío”,
pero tú te pierdes, te vas, te alejas,
quién eres, ¡dime! ¿Quién eres tú?
Que no contemplas a nadie,
ni tu vida, ni a tu madre.
Tú que naciste de arena, hombre,
mirada infinita y voz de tenor,
ángel de gloria, has matado.
De las mil pieles, millar de colores,
plebeyo y juez.
Que has matado la sensatez,
el color de su mejilla, producido dolor,
y el quejido de millar de millares,
envuelto de sombras y miedo,
todo en rededor suyo.
¡Quién seas!
O lo que seas, recuerda que tú,
también fuiste hijo de alguien,
que eres hijo de todos, y que corres,
aunque te escabullas y escondas,
el riesgo,
mensajero de los días,
el mismo riesgo de morir, e ir,
miserable, al sepulcro de miserias.
Colaboración de The lover
Ecuador