Hermano, si ves que se acerca la tormenta
desde el puerto donde aguardas silencioso,
y sientes en la espalda el golpe furioso
del látigo del diablo que la carne tienta.
Si llevas en el alma la herida sangrienta
y sientes el azote del viento tempestuoso,
no temas Dios dice: Soy el Todopoderoso
yo soy quien te abriga y te sustenta.
Deja hermano tus lamentos y tus llantos
y da lo mejor de tus armoniosos cantos
a Dios que te libra de la ira siniestra,
que si al ver tu sufrimiento y lucha cruenta
Dios alza soberano su poderosa diestra,
¿Que pueden el viento, el látigo y la tormenta?