Y me di cuenta, mientras caminaba hacia mí que eso era lo que me hacía falta para ser feliz, con mirarlo lo noté, esa alegría que su cuerpo reflejaba, ese niño supuestamente interno, digo supuestamente, porque a él se le desborda del cuerpo, ver sus ojos tan brillantes y llenos de vida, de nobleza... ¡Me enamoré! Lo supe de inmediato, pero no lo manifesté. Y como no enamorarme si es que él tiene sus etapas, sabe cuándo ser un niño y supo cuando ser un hombre ¡qué hombre! Sus labios con desespero en busca de los míos, sus manos no necesitaron quien las guiara, ellas sabía muy bien donde llegar y el muy bien que hacer conmigo.
Se aferró a mis hombros, como si en serio necesitara más impulso, pero carencia no hacía presencia en ese profundo momento, luego ahogados en el mar blancuzco del placer lo dijo..."te quiero" ¡yo lo amaba!... pero mi respuesta fue silencio con una sonrisa sutil, una que no resultara delatadora, sabía que no debía decirlo y él tampoco debió haberlo dicho.
Si respondía, si confesaba que lo amaba, que era todo lo que un día soñé, que sería capaz de dejar al mundo entero por él... ¿qué hubiéramos hecho después? Definitivamente era mejor ese silencio, que bien lo tomó, que bien me tomó, nuevamente me hizo suya, su cuerpo sobre mí, ya no rozando nuestros dedos con temor, juntando todo aquello que se pudiera unir, que se pudiera completar.
¡Le demostré que me prendía! Que la humedad que rondaba nuestras piernas era mi pasión, que quería más de él, unos mil años más quizá. Encima de él, mi mente libraba un batalla entre dile que te enamoraste y no pares. Un brusco movimiento de cabeza y el hecho de tener una gran parte de su cuerpo dentro de mí logro despejarla un poco, lo justo hasta terminar.
Se despidió sin ni siquiera un apretón de manos, como desconocidos, como debía ser, como habíamos acordado, me pareció que para él fue fácil, ¡no lo sé! Pero ahí supe que había hecho lo correcto, por primera vez en mucho tiempo me sentí libre, bella, mujer, feliz, feliz de haberlo hecho y de no haberle dicho.
Colaboración de Pulgarín
Colombia