-No duermas- suplicante me decía,
-escúchame...despierta-
cuando haciendo cojín de su regazo,
soñándome besarla, me dormía.
Mas tarde ¡horror! En convulsivo
abrazo
la oprimía al corazón... ¡rígida y yerta!
En vano la besé -no sonreía-
en vano la llamaba -no me oía-
la llamo en su sepulcro y no despierta.
Colaboración de Maribel Ponce Barajas
México