A lo largo de la vida, uno va aprendiendo a distinguir quienes son realmente tus amigos, con los que formarás amistades a futuro. Con los que podrás contar siempre que lo necesites o ellos te necesiten.
Aquellos que no importará si los ves a diario o no. Sabrás que estarán ahí apoyándote y amándote inconscientemente, porque fuiste un gran amigo en el pasado y eres un gran amigo en el presente. Esperan que lo seas en el futuro también y ellos lo serán contigo, ama y serás amado, da y recibirás. Ayuda y te ayudarán.
Puede que suene simple, pero a veces por sencillo que suene no lo haces. Por alguna razón siempre nos excusamos, pero bien que queremos que nos apoyen y estén para nosotros. Pero nosotros ¿qué damos a cambio si no damos? ¿cómo esperamos recibir algo de vuelta? Es algo ilógico y tonto el pensar que te darán algo y serán buenos contigo cuando tú no lo eres con ellos. Tal vez lo sean por ese gran amor de Dios que tiene en ellos, pero y si no son cristianos ¿te darán lo mismo?
Cosecharás lo que siembres. Por eso es importante ser bueno con todos sin discriminar o despreciar a alguien. Así como con Dios no hay favoritismo ¿por qué lo hay entre nosotros? Acaso nosotros podemos hacer distinción por alguna razón si todos por dentro somos iguales? Tal vez el físico importe para mucho, pero eso no debería de ser lo importante ya que la belleza al paso del tiempo se acaba. Pero los sentimientos, las ideas y todo lo interior queda hasta la muerte.