Yo, te quiero con sensible atrevimiento
y te amo, ¡Tú bien lo sabes!, que no miento.
Aquel día... desplegué mi sentimiento
a horizontes de feliz advenimiento.
Yo he soñado contigo mundos lejanos
donde solos, tú y yo, tomados de las manos
exploremos los sentimientos humanos:
unos, colmados de emoción y otros vanos.
Yo, estío ardiente de entusiasmo y pasiones
accedí a tus labios fuente de frescura
y tomé en mis manos tu sonrisa pura
para así deleitarme sin evasiones.
Yo, viajero que tropieza a cada rato
y no mira las señales del destino
he intervenido con torpeza y desatino
y he procedido cual bribón, cual ingrato.
Yo, que te prometí quererte sin errores
y juré entregarte siempre mis amores...
pronto fallé erigiendo bastos dolores
que indujeron sentimientos desertores.
Yo, entonces con ruegos y llantos te pido
me perdones esas faltas cometidas...
faltas fuliginosas y envilecidas...
por las cuales yo estoy muy arrepentido.
Yo, torpe labriego, arruiné una flor linda
con varios actos de pura inconveniencia...
No la cultivé, ni tuve la paciencia
para darle amor... que un ser racional brinda.
Yo, rústico ser, sin embargo te pido
que vuelva tu afecto a ser esa sustancia
que exhala del amor la más pura fragancia...
y de vida a este corazón deprimido.
Yo, el amante taciturno y abatido
te pido tu amor con triste redundancia,
te pido cariño con perseverancia...
Si no es así... habré en la vida sucumbido.
Yo, culpable cruel de esta simpar tragedia
te pido frente a Dios indultes mis faltas...
Y, si con ternura a mi vida la exaltas
habrá quedado atrás esta infeliz comedia.